Semana Santa en El Salvador

Francisco Martínez Criado

Escritor

La Semana Santa en El Salvador es, posiblemente, la fiesta más esperada y celebrada por la comunidad católica, en esencia se siguen los mismos ritos que en España, aunque con su propio carácter y ciertas costumbres que nos pueden parecer ajenas.

Como toda Semana Santa, el ambiente ya se empieza a sentir desde el Miércoles de Ceniza. En El Salvador esto coincide con la época de más calor de todo el año. Ese día los feligreses reciben la cruz de mano de sus párrocos. Las cenizas se obtienen de la quema de las cruces de “palma de coro” que se elaboraron el año anterior. Desde ese día, se empieza con los preparativos de las procesiones y se ven por las calles de piedra y adoquines a las cofradías haciendo sus ensayos. Los viernes, tras el Vía Crucis, la tarea de encontrar una brizna de carne en los mercados o en las cartas de los restaurantes se hace prácticamente imposible. La comida más popular de los viernes de cuaresma es el “pescado envuelto”, con salsa de patatas y garbanzos. Por las tardes te podrás deleitar con “nuegados” y “chilate” o unas deliciosas “torrejas” de “torta de yema” y “dulce de atado”, muy parecidas a nuestras típicas torrijas.

Por fin, el Domingo de Ramos, da inicio la Semana de Pasión con la procesión de Jesús Vivo que pasea por las calles sobre una borriquilla. El Suchitoto, donde viví varios años, es bien famosa y venerada por todos La Borriquilla de Jesús. Un animal blancuzco y bien cuidado que pasta como una bendita en los alrededores del pueblo durante el resto del año. La procesión comienza en El Calvario, discurre por las principales calles y desemboca en la Plaza de la Iglesia. Los feligreses siguen a la Borriquilla de Jesús portando “palmas de coro” y “güiscoyol”. Ese día la comida típica son los “tamales pisques” que se cocinan en grandes ollas comunales.

La Semana Santa en Centroamérica es, ante todo, una celebración comunal donde todos los actos se hacen en comunidad. De los vecinos se espera que atemperen su comportamiento, que anden más o menos arregladitos y que por unos días abandonen sus rencillas.

El Jueves Santo procesiona El Santo Silencio, también conocida como “La procesión de los hombres”, porque hasta hace bien poquito no participaban las mujeres. Se come mango, bananos y “jocotes” en miel. Está prohibido gritar, correr, escupir, insultar y coser, porque con la aguja se le puede herir al Señor. Por supuesto, también, consumir alcohol, aunque en las comunidades es costumbre beber “chicha” y “chaparro” elaborado de forma artesanal en los “trapiches” comunales.

El Viernes Santo es el día de las famosas alfombras de aserrín, aunque ahora la mayoría se hace con sal, pintadas con añilina y repartidas por todo el recorrido del Santo Entierro. Los motivos de las alfombras son diversos, pero abundan las imágenes de Cristo Crucificado, de la Virgen de Guadalupe, del Cristo Negro de Esquipulas o de Monseñor Romero y los demás mártires salvadoreños.

El Sábado de Gloria todo el país parece resurgir de su letargo. En la madrugada se prenden las hogueras para la Bendición del Fuego, a su alrededor entra en calor el pueblo está en la calle tras pasar la noche en vigilia. De mañanita, sale la procesión de El Farolito que anuncia la resurrección de Cristo. También ese día procesionan “La mujeres” con La Soledad.

En algunas comunidades, en los primeros días de Semana Santa, se cuelga un muñeco de trapo que representa a Judas, es costumbre que durante esos días los paisanos que pasan cerca le lancen piedras y lo golpeen con palos. El Domingo de Resurrección se le dispara y se le prende fuego para matarlo de forma simbólica.

Otras celebraciones típicas se llevan a cabo en otros puntos del país como en El Jocotillo, departamento de Usulután, donde cada día hay una representación de la Pasión de Cristo en vivo, en la que participa todo el pueblo. En Sonsonate se pueden ver las procesiones más parecidas a las de Andalucía, con pasos, costaleros y mantillas.

 

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