La llaga de tu costado

Rafael Lara Galdón

Capataz del paso de Nuestra Señora de la Esperanza Trinidad. Cofradía del Santísimo Cristo de las Lluvias

La llaga de tu costado, fue el fin de tu vida en esta tierra, y el comienzo de nuestra Fe.

Santísimo Cristo de las Lluvias, que llegaste a nuestra tierra, para bendecirla y regarla con tu mirada de bondad, a ti hemos recurrido en varias ocasiones para que nuestros campos estén verdes y den los frutos de nuestras cosechas. Sin embargo, tu cosecha somos nosotros, tus hijos. Faltos de amor y cariño, deseosos de una lluvia de salud que emana de tu divino costado.

Enséñanos a aprender, de aquella mujer, que tras de ti, no le faltaba ni un segundo, ni un minuto, o un aliento de fuerza para apartar a la multitud, para llegar a su divino hijo. Sus lágrimas de Amargura, el dolor de ver a su hijo, en el calvario clavado en un madero, le desgarraban el corazón, pero, aun así, ella no se despegaba de ti.

En estos tiempos de pandemia, la Semana Santa existe, si hay Semana Mayor de nuestra Fe, estamos aprendiendo de otra manera a saber llevarla en nuestro corazón. Su pasión, Muerte y Resurrección siempre la vamos a recordar estando en la calle, o asistiendo a cultos. Jesús está en todas partes, en el plato de una persona hambrienta, en las colas del hambre, en la mano de una persona que se cae, detrás de una mascarilla.

Volveremos, estaremos en la calle con nuestros sagrados titulares algún día. Que más nos gusta ver a nuestro Cristo paseando por las calles de nuestro pueblo, bajando la calle los montoros con su Cruz y Manos rozando los balcones, bendiciendo la plaza de las cuevas, o subiendo la calle Real hacia el encuentro con su divina madre.

Ella, que siempre va tras Él con el cimbreo de sus varales andando rápido, busca a su hijo como si no hubiese un mañana, derrochando su gracia por la calle que pasa, sube la cuesta del calvario, esa calle Vergara, deseosa de ver a su hijo, encuentro en el cruce con la calle Real, momento en el que no solo llora Ella.

Camina Virgen pura,
camina hacia el calvario,
que por muy pronto que llegues,
ya lo habrán crucificado
una lanza le habrán clavado en su divino costado.

Llegará, porque todo llega en esta vida, pero no olvidemos que Semana Santa hay. Vivámosla de forma distinta porque en ella está la Esperanza de nuestra vida.
A nuestras vidas llegaste de una manera especial, muy pocos te conocen, pero tú siempre estas ahí. Nos llevas viendo día tras día, siglo tras siglo, y siempre estás tú, Esperanza Trinidad, tú que todo lo sabes, en ti depositamos lo último que podemos perder, la Esperanza.

Esperanza en que todo esto pase, que todos volvamos a reunirnos en hermandad.
Desde el punto de vista cofrade, ensayos, traslados, cultos, rosarios en tu ermita, vida cofrade en general.

Tu que, tras tu hijo bajo el peso del madero, supiste mantenerte firme y en pie. Danos la fuerza necesaria para, cuando salgamos de esta, tener la suficiente para volver a verte por las calles en esa madrugá mengibeña.